San Juan, un rinconcito comunal subestimado en el Ucayali
En la exuberante selva peruana, donde los ríos serpentean con fuerza, los comuneros de San Juan llevan a cabo sus actividades diarias. Sus habitantes conviven continuamente con la naturaleza, dependiendo del río Ucayali para su sustento. Con una historia arraigada en la tierra y las aguas del canal principal del Ucayali, ha sido durante mucho tiempo una perla olvidada.
Bajo el dosel verde de la selva, la comunidad encuentra su hogar y refugio. Cada día, las calles vibran con la actividad, mientras los niños juegan y los adultos trabajan sus “chacras”. La comunidad es, sin duda, más que un eso; es un testimonio de la resiliencia y la diversidad de la vida en la Amazonía.
Mi visita a esta comunidad me permitió no solo descubrir su belleza. También pude apreciar su potencial para ser reconocido como un verdadero tesoro natural. En este rincón remoto, la vida fluye al ritmo del río, tejida con los hilos de la tradición y la innovación. Las sonrisas de los habitantes reflejan su conexión profunda con la tierra y el agua que los rodea. San Juan es un oasis de cultura y naturaleza en medio de la vastedad de la selva amazónica.
La vida a orillas del río Ucayali
Cada día, desde que el sol despunta hasta que se oculta en el horizonte, los habitantes de San Juan del Ucayali se sumergen en un universo de actividades que reflejan su arraigada conexión con la naturaleza. Desde las primeras luces del alba, el canto de los gallos resuena en el aire, marcando el comienzo de una nueva jornada de labores en la comunidad.
El trabajo diario a menudo lleva a los sanjuaninos lejos de sus hogares, requiriendo viajar a través del río Ucayali. Las canoas peque peque se deslizan con elegancia sobre las tranquilas aguas, transportando a los pescadores en busca de su sustento diario.
Algunos optan por la pesca como su principal actividad. Dirigiéndose hacia el Lago Juanico en viajes que duran aproximadamente treinta minutos, los pescadores se adentran en un paisaje de serenidad, donde las aguas se reflejan como un espejo de vida. Con paciencia y habilidad, los sanjuaninos capturan una variedad de peces, honrando así la ancestral relación entre su comunidad y el río que ha sido su fuente de vida durante generaciones.
Mientras tanto, en otra parte de la comunidad, don Cotero y don Gabino encienden sus motosierras, rompiendo la quietud de la selva y dando inicio a otra jornada de trabajo en la tala selectiva de árboles. La tarea de cortar madera de especies como el capinurí, la capirona y el cedro es esencial para algunos miembros de la comunidad.
En las parcelas dispersas por San Juan, los agricultores trabajan arduamente bajo el sol tropical, cultivando una variedad de cultivos que sustentan la dieta y la economía local. Desde plátanos de diferentes variedades hasta sandías, pepinillos, yucas y maíz, cada cosecha es el resultado del cuidado y el conocimiento de la tierra que han pasado de generación en generación. Estos productos, en su mayoría, encuentran su destino final en la ciudad de Iquitos.
Otros sanjuaninos se aventuran aún más adentro de la selva en busca de caza. Armados con rifles y habilidades de rastreo, exploran los rincones más profundos del bosque en busca de venados, majás y tapires. Cada encuentro con la vida silvestre es una lección de respeto y admiración por la delicada armonía de la naturaleza.
En San Juan del Ucayali, la vida diaria es una danza constante entre el hombre y la selva, una celebración de la conexión íntima entre los seres humanos y su entorno natural.
Superación ante la invisibilidad de los comuneros
A pesar de su riqueza cultural y su profundo arraigo en la región, San Juan a menudo queda en la sombra de lugares más transitados y comercialmente viables, como el canal del Puinahua. La invisibilidad de los comuneros se hace evidente en la escasez de visitantes y en el bajo tráfico fluvial que llega a la comunidad.
Esta falta de atención y recursos presenta desafíos significativos para el desarrollo y el bienestar de la comunidad, que lucha por hacer oír su voz en un entorno dominado por intereses comerciales y turísticos.
A pesar de estos desafíos, los sanjuaninos continúan demostrando una notable resiliencia y determinación para superar las adversidades y preservar su forma de vida única. Con cada día que pasa, trabajan arduamente para mantener viva su cultura y tradiciones, mientras buscan oportunidades para mejorar sus condiciones de vida y fortalecer su comunidad. La lucha por la visibilidad y el reconocimiento es constante, pero los comuneros de San Juan no se rinden fácilmente, confiando en su profundo vínculo con la selva y en la fuerza de su comunidad para enfrentar cualquier desafío que se les presente.
Un horizonte prometedor para San Juan
En el horizonte de San Juan del Ucayali se vislumbra un futuro prometedor, impulsado por proyectos productivos que han comenzado a tomar forma gracias al apoyo de diversas instituciones como las municipalidades, FONCODES, el Programa Nacional de Saneamiento Rural (PNSR), el Gobierno Regional de Loreto (GOREL) y empresas como PetroTal. Aunque estos proyectos son aún escasos, representan una luz de esperanza para la comunidad, que ve en ellos la oportunidad de diversificar sus fuentes de ingresos y mejorar su calidad de vida.
A través de la colaboración con estas instituciones, los comuneros de San Juan están trabajando en el desarrollo de iniciativas productivas que aprovechan los recursos naturales de la región de manera sostenible. Desde la promoción de la agricultura orgánica hasta la creación de pequeñas empresas de turismo comunitario, estos proyectos están destinados a generar empleo y fortalecer la economía local.
La valoración de estos proyectos por parte de la comunidad es evidente, ya que representan una oportunidad para empoderarse y tomar el control de su propio desarrollo.
Con el apoyo de las instituciones y el compromiso de los comuneros, San Juan se encamina hacia un horizonte más próspero, donde la autosuficiencia y la resiliencia son fundamentales para alcanzar sus metas y aspiraciones.
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